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Lance Armstrong volverá al triatlón este fin de semana en el Triathlon Superfrog de San Diego y una semana después disputará el Rev3 Half-Full TRI en Columbia (Maryland) con el objetivo de recaudar fondos para los enfermos de cáncer. Desde la USADA, aunque el americano no tenga ningún tipo de objetivo competitivo, están haciendo todo lo posible para que no tome la salida ante lo que Armstrong ha comentado “lo que no han hecho de momento es prohibirme vivir”.

Los organizadores del Superfrog, prueba vinculada con los SEALS del ejército americano (sus tropas de élite), llevaban muchos años invitando a Lance Armstrong para correr en su triatlón pero le había sido imposible acudir por otros compromisos deportivos. “Me encanta esta prueba y siento una gran admiración por las Fuerzas Armadas. Tuve la oportunidad de conoce a varios miembros de los SEALS en 2005 cuando gané mi 7º Tour de Francia. En 2008 pase unos días con ellos en sus instalaciones de entrenamiento y fue una ‘semana de infierno’. Tenía muchas ganas de competir alguna vez en el Superfrog.

Lance Armstrong reconoce que desde el mes de junio dejo de entrenar triatlón y que volvió a la piscina hace sólo dos semanas. “He estado entrenado de una forma muy desorganizada los últimos meses. Desde junio no había ido a la piscina y hace dos semanas cuando decidí aceptar las invitaciones del Superfrog y el Rev3 volví a tocar el agua. Lo único que he hecho en este tiempo es salir con la bici de montaña, dar paseos y jugar al golf”, afirma Armstrong.

El heptacampeón del Tour de Francia ya no se siente como un competidor en el triatlón y sólo quiere ser un participante más y disfrutar de nuestro deporte. “Me siento como un participante más, no quiero competir sólo quiero disfrutar. Para ser honestos antes de junio si que estaba concentrado en ganar pero ya no tengo ese objetivo en mi mente. Con lo que he entrenado espero que no me lesione.

Sobre la persecución que está sufriendo, en la que le quieren impedir hasta competir como deportista aficionado, Lance Armstrong se muestra contundente. “Tengo sólo 41 años y aunque quieran dejarme sentado en casa no lo van a conseguir, no tengo ninguna intención de hacerlo. Todavía no me han prohibido vivir. Hay gente por el mundo con muchos problemas y quiero seguir propagando el mensaje de LIVESTRONG para ayudarles. Han intentado hasta separarme de mi trabajo en la Fundación pero no van a conseguirlo”, afirma Armstrong.

 

Fuente: Triathlon Competitor

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