Con poco más de dos meses para el arranque de los Juegos Olímpicos de Tokio, la posibilidad de una cancelación se cierne sobre los Juegos.
Mientras Japón lucha contra una cuarta ola de contagios de covid-19 y se mantiene el estado de emergencia en Tokio y otras prefecturas hasta fin de mes, existe una creciente presión por parte de los expertos en salud, los líderes empresariales y el público japonés para suspender los Juegos Olímpicos.
La semana pasada, la Asociación de Médicos de Tokio, una organización de unos 6.000 médicos de la ciudad, escribió una carta pidiendo la cancelación, mientras que se presentó a los organizadores una petición que obtuvo 350.000 firmas en nueve días en apoyo de la cancelación.
También la semana pasada, el CEO de la principal empresa japonesa de comercio electrónico, Rakuten, dijo que la celebración de los Juegos en medio de la pandemia equivale a una «misión suicida», una de las mayores oposiciones expresadas hasta ahora por un líder empresarial.
Sin embargo, el Comité Olímpico Internacional (COI) se ha mantenido firme en que los Juegos Olímpicos –ya pospuestos un año por la pandemia– podrán comenzar el 23 de julio.
Los organizadores han publicado un manual, cuya versión final se espera el próximo mes, describiendo una serie de contramedidas que, según ellos, garantizarán que los Juegos Olímpicos se desarrollen de manera segura, incluso con la llegada de miles de atletas de todo el mundo.
Ahora que falta menos de un año para los Juegos Olímpicos de Invierno en Beijing, los funcionarios también han dicho que los Juegos de verano no se pospondrán nuevamente y que una cancelación sería la opción más probable si se considera inseguro celebrarlos en la fecha de inicio reprogramada para julio.
¿Cómo se produciría una cancelación?
En el contrato de la ciudad anfitriona que describe el acuerdo legal entre el COI y Tokio para albergar los Juegos, el COI tiene derecho a rescindir el contrato sobre la base de que «la seguridad de los participantes en los Juegos se vería seriamente amenazada o en peligro por cualquier motivo.»Ingrese su correo electrónico para suscribirse al boletín informativo de cinco cosas de CNN.
Según el experto legal Jack Anderson, es probable que haya una presión creciente sobre los organizadores que obligue a una cancelación, una «decisión política», en lugar de una estrictamente legal.
«Es la seguridad de esos atletas, que es la principal preocupación del COI, la seguridad del público japonés, la principal preocupación del Comité Organizador y el establishment político japonés, que es la clave», dijo a CNN Sport Anderson, profesor de Derecho en la Facultad de Derecho de Melbourne en Australia.
«Y este no es un evento único y ordinario. Es obvio que es un gran evento multidisciplinario en muchos estadios diferentes».
Anderson agrega que una rescisión del contrato de la ciudad anfitriona haría que los riesgos y las pérdidas recayeran en gran medida en el Comité Organizador, que tiene el mandato de contratar un seguro para los Juegos.
«De esa manera, es sencillo», dice. «Pero, por supuesto, de otras maneras no es sencillo porque no es simplemente un contrato entre el Comité Olímpico Internacional y la organización anfitriona».
«Tenemos contratos de patrocinio, tenemos transmisiones, tenemos los hoteles, tenemos un rango –un contrato red de responsabilidades– que están en su lugar aquí. Es un gran problema contractual y tendría enormes ramificaciones de seguros si no se llevara a cabo».
Según un informe de Reuters, de enero, las aseguradoras enfrentan una pérdida de US$ 2.000 a US$ 3.000 millones si se cancelan los Juegos Olímpicos, lo que equivale a la reclamación más grande de la historia en el mercado global de cancelación de eventos.
Y para los organizadores, el impacto financiero de cancelar los Juegos, incluso con los pagos del seguro, podría ser considerable dado que cerca del 75% de la financiación total del COI proviene de los derechos de transmisión.
«Para el Comité Olímpico Internacional –si bien ahora es una organización muy rica–, su riqueza se basa en su activo principal, que es la sede de los Juegos», explica Anderson. «Por lo tanto, no tener unos Juegos, y el efecto dominó que tiene para el patrocinio, para la radiodifusión, sería enorme. Sería difícil medir eso. Pero creo que se podría decir cómodamente que el seguro, por sí solo, no lo cubriría en términos de reputación y daño económico».
¿Qué pasa con los atletas?
Podría decirse que serían los atletas los que más pierden en unas Olimpiadas canceladas.
Hablando con CNN Sport, la semana pasada, el presidente de World Athletics, Seb Coe, dijo que el 70% de los que persiguen la participación olímpica solo tendrán una oportunidad de competir en lo que probablemente sea el pináculo de sus carreras deportivas.
Cancelar los Juegos, dijo Coe, sería «descartar a una generación de atletas que han pasado más de la mitad de sus vidas jóvenes en pos de este momento».
El otro problema, cuando se trata de atletas, es que los países de todo el mundo se encuentran en diferentes etapas de recuperación pandémica y tienen diferentes accesos a las vacunas contra el covid-19, aunque Coe dijo que cree que «la mayor parte del mundo estará en los Juegos».
Con la presión pública para cancelar las Olimpiadas, el primer ministro de Japón, Yoshihide Suga, dijo –la semana pasada– que «nunca ha puesto [los] Juegos Olímpicos» como una prioridad.
«Mi prioridad ha sido proteger la vida y la salud de la población japonesa. Primero debemos prevenir la propagación del virus», dijo.
Los Juegos Olímpicos han sido cancelados en tres ocasiones anteriores: en 1916, 1940 y 1944, todas debido a guerras mundiales.
Fuente: https://cnnespanol.cnn.com/