Vladimir Cepeda
Los que me conocen saben que desde hace un tiempo me ha dado por maltratar mi cuerpo hasta el extremo corriendo en maratones. Incluso desde antes de que se convirtiera en una moda (una muy buena por cierto). El caso es que actualmente me encuentro llevando un plan de entrenamiento para correr un medio maratón o sea 21Km y el día que me sucedió lo que estoy a punto de contarles debía completar un ejercicio de 18Km.
Me sentía muy confiado de lograr este objetivo ya que la había completado esta distancia anteriormente y durante la semana anterior había seguido el plan de ejercicios al pie de la letra. Sin embargo algo ocurrió cuando me encontraba en el Km 11 de mi recorrido. Un error de novato, en distancias como estas es muy probable que el cuerpo tienda a deshidratarse y yo no había previsto llevar ninguna provisión de líquidos, lo único que se me ocurrió fue llevar conmigo $100 Pesos para comprar un Gatorade enalgún colmado, pero como saben en la vereda de la 30 de Mayo no hay colmados.
Estaba punto de sucumbir por deshidratación y si esto sucedía habría tirado por la borda todo el ejercicio de una semana. En ese momento estaba dispuesto a pagar el doble de su precio por un Gatorade o sea los $100 Pesos que tenía encima. Entonces recordé que unos minutos antes había pasado a mi lado un muchacho en una bicicleta y se me ocurrió la idea de que si lo hubiera pensado antes habría parado al muchacho para pedirle que me comprara el Gatorade y a cambio le regalaría los $50 Pesos restantes. Pero el muchacho ya estaba fuera de mi vista.
Luego de unos 500 metros, para mi sorpresa encuentro al muchacho sentado descansando con su bicicleta y de inmediato me dispuse a ejecutar mi plan. Le dije: ¿Hey pana quieres ganarte $50 Pesos? Como era de esperarse el muchacho me miro como diciendo “¿Y este loco de dónde salió?”. El muchacho sigue sin entender y lo vuelvo a mirar sin parar de correr hasta que se da cuenta de que hablaba en serio y que debía seguirme si quería saber lo que tenía que hacer para ganar la cantidad ofrecida. Fue entonces cuando me alcanzo trotando y le conté mi proposición. El muchacho vacilo un poco y luego de pensarlo dijo: “Esta bien, deme el dinero”. Pero como yo sólo tenía un billete de $100 Pesos y somos dominicanos. Le mostré el billete y le dije: “No tengo más menudo, ve y cómpralo con tu dinero y cuando regreses te doy los cien pesos”, al fin y al cabo él tenía la bicicleta y yo estaba a pie. Pero el muchacho un poco frustrado sólo atinó a decir “Es que no tengo dinero”. Al final decidí no arriesgar lo único que tenía encima so pena de quedarme sin dinero y sin Gatorade.
En ese momento deje atrás al muchacho y empecé a reflexionar sobre cómo en la
vida se nos presentan oportunidades y si no estamos preparados para aprovecharla podemos perderlas del todo. Esto me llego a la luz de algunos sucesos recientes que me han ocurrido en mi vida como emprendedores y que también me han enseñado que para poder ganar hay que invertir y estar dispuesto a perderlo todo.
Lo bueno del caso es que esta historia tiene un final feliz y es por lo que me animé a compartirla con ustedes. Ocurrió que después de que sucedió el breve encuentro con el muchacho y empecé a reflexionar sobre la situación, pensé en la posibilidad de compartir la anécdota y sus enseñanzas con mis amigos, así que comencé a elaborarla este escrito en mi mente. Y mientras hacía esto algo increíble pasó.
Sin darme cuenta, olvidé por completo la sed que me agobiaba y el cansancio devastador que sentía en mis piernas. Cuando vine a caer en cuenta ya me sólo me quedaba un kilómetro para terminar mi recorrido. Finalmente después de una hora y cincuenta y tres minutos, con las piernas destrozadas y una buena historia para contar pude completar los 18 Km. Lo más gracioso es que al terminar el recorrido justo frente a mi había un Colmado. Compre mi Gatorade y retuve mis $50 Pesos.
Así que el final feliz de esta historia y por lo que vale la pena contarla es que gracias a ustedes que están leyendo esto pude completar mis 18 km.