Por: Nadia Polanco
njpolancoe@gmail.com
Muchas veces vamos tan sumidos en un pace, tiempo o distancia que nos olvidamos de mirar alrededor y perdemos la oportunidad de disfrutar el recorrido o la compañía.
Y es que una de las bellezas de correr es el placer, casi exclusivo del corredor, de que aunque vayamos solos siempre estamos acompañados, ya sea por el silencio cómplice de pensamientos que nos ayudan a avanzar y a sacar la fuerza que pensábamos no teníamos, la mirada tímida de alguien que nos admira, anima o simplemente nos saluda, el sonido armonioso de nuestras pisadas o ese amigo del camino que encontramos a diario.
Correr se trata de eso, de Kilómetros compartidos incluso en la distancia, de celebrar las pequeñas victorias personales y las de los compañeros.
Al cruzar la meta mira a tu alrededor, celebra tu carrera independientemente del resultado y celebra el hecho de estar ahí, mira a tu alrededor y celebra las metas de cada persona, incluso de los que miran, porque la vida se trata de inspirar a otros y con tu actitud al cruzar la línea de meta no sabes a quién has inspirado ese día.