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Que correr es un deporte realmente positivo para el cuerpo es algo que ya estaba en el imaginario colectivo de la población, pero ahora es un nuevo estudio científico el que pone de relieve los beneficios que se pueden obtener de una vida en la que nunca hayan faltado las sesiones de running. 

En este caso ha sido un estudio publicado este lunes en la web PLos One, que ha indagado en cómo el cuerpo humano consume energía mientras se somete a un esfuerzo; entre las conclusiones más llamativas está lo positivo que es para un individuo haber corrido durante décadas una vez que alcanza la edad madura, entre los 60 y los 70 años. 

Según este estudio, los corredores que ahora tengan entre 60 y 80 años y que hayan corrido de forma regular durante décadas pueden poseer un organismo, en algunos casos, tan eficiente como el de una persona de 20 años que no realice ejercicio. 

En el grupo de personas estudiadas, estas han sido elegidas con edades entre los 60 y los 80 años, es decir, sexagenarias y septuagenarias, y que corran como mínimo media hora al menos tres días por semana. 

Otra de las variables estudiadas es entre corredores y personas cuya única actividad es dar paseos, de forma que se comparen los cambios que se producen en el cuerpo cuando el ejercicio es más intenso. Pues bien, los corredores mostraron signos de que, andando, tienen la misma eficiencia energética que un veinteañero sedentario realizando la misma actividad, mientras que los mayores que sólo andan tienen el mismo consumo energético que el resto de personas de su misma edad. 

“Fue una sorpresa que los corredores de nuestro estudio resultasen caminar de forma más eficiente que personas que caminan regularmente como ejercicio. El mensaje final del estudio es que correr de forma habitual parece retrasar el envejecimiento y permite que personas mayores se muevan más fácilmente, lo que mejora su independencia y calidad de vida” relata uno de los autores del estudio. 

Pero no se acaban aquí las conclusiones de este interesante estudio, sino que hay más, como la relación entre la velocidad a la que las personas mayores caminan y su riesgo de enfermedad o muerte; uno de los cálculos más llamativos es que si una persona camina por debajo de los 1,8 kilómetros por hora de media, tiene tres veces más riesgo de fallecer. 

Esto se une a otros estudios realizados con anterioridad, que mostraban la mayor esperanza de vida en aquellas personas que realizaban ejercicio de forma habitual; estos últimos cuentan con una esperanza de vida 8 años más larga que las personas sedentarias. 

Fuente: http://www.hispantv.com/

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