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Con la llegada del 'veranito' y el calor, los corredores deben adaptar sus horarios de entrenamiento para evitar las temidas insolaciones y desmayos por deshidratación. Una adecuación al clima que cobra especial relevancia cuando preparas un maratón. Para ello, existen dos posibilidades: entrenar a primera hora de la mañana o a última de la tarde. Aunque, la modificación de tus horarios deberá ir acompañada también de una buena alimentación, con mucha fruta, ensaladas, pescados, menos comidas pesadas y mucha agua. Es sencillo, sólo tenéis que escuchar a vuestro cuerpo, él sabe bien lo que necesita y te lo irá demandando poco a poco. El ritmo también cobra especial relevancia, y deberá ser reducido en los momentos de mayor temperatura.

Asimismo, los maratonianos costeros deberán tener especial cuidado con la humedad en los meses de verano, y tendrán que hidratarse bien con bebidas isotónicas antes y después de cada entrenamiento. Es de vital importancia la adaptación de los entrenamientos al clima, con ropa adecuada a las temperaturas. Por tanto, en los momentos de mayor calor es absolutamente imprescindible llevar poca ropa, ligera, transpirable y de colores claros para facilitar una correcta refrigeración de nuestro cuerpo. Tampoco deberéis olvidaros la gorra en casa, ya que puede evitaros más de un disgusto cuando 'el lorenzo' empieza a golpear fuerte.

En esta estación, tan bonita como peligrosa, conviene reducir el kilometraje de cada sesión y empezar a un ritmo suave para que nuestro organismo se adapte a la temperatura progresivamente. No fuerces, lo mejor es que vayas cogiendo sensaciones poco a poco y con un ritmo en el que te sientas cómodo. Probablemente, el tiempo que necesitarás para preparar tu maratón será un poco más largo, pero lo harás protegiendo a tu cuerpo de los peligros del verano.

Adaptación del organismo

En los periodos de tiempo con mayores temperaturas el organismo desvía parte de la sangre de nuestro cuerpo para refrigerarnos, lo que conlleva un descenso de flujo sanguíneo a los músculos y, por tanto, una reducción del rendimiento. Además, la pérdida de agua mediante la sudoración es mucho mayor, y si no se reemplaza inmediatamente también se verá reducido el volumen sanguíneo. ¿Qué ocurre entonces? si el corazón recibe menos sangre, bombea menos, y para mantener el esfuerzo le obligamos a subir el número de pulsaciones por minuto, por lo que se acelerará la aparición de la fatiga y se reducirá el rendimiento.

Los primeros días de entrenamiento sometido a unas altas temperaturas serán agobiantes, pero en dos o tres semanas tu organismo se habrá adaptado a estas nuevas condiciones. Es impresionante la capacidad del cuerpo humano para adaptarse al clima.

Fuente: http://www.runners.es/

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