Llega el invierno, por lo que las horas diurnas se reducen y son muchos los corredores que no tienen más remedio que salir a entrenar de noche, una práctica que puede resultar muy agradable y relajante pero ante la que conviene tomar ciertas precauciones. El portal de la firma Kalenji nos explica algunos consejos básicos.
1. Hay que ver y ser vistos
La linterna frontal es la compañera imprescindible de los aficionados al running nocturno. La primera regla básica es no salir nunca sin ella, incluso para una sesión de entrenamiento por un terreno balizado y moderadamente iluminado, así como llevarse por sistema un juego de pilas de recambio.
Además, debemos dominar perfectamente su modo de funcionamiento y la manera de cambiar las pilas. Es muy posible que resulte más difícil hacerlo durante el entrenamiento, y más aún en una competición, que cuando estamos cómodamente instalados en el salón de casa. Así que tenemos que ser capaces de volver a hacer funcionar nuestra linterna frontal en plena noche y con los dedos muchas veces anquilosados por el frío.
Por otro lado, si decidimos correr en plena noche por una carretera sin protección, no está de más llevar una segunda linterna frontal, pues así el haz luminoso será doble (delante y detrás) y garantizaremos una mayor seguridad.
2. Abrigarse bien
Resulta habitual que la práctica del running nocturno se realice durante los meses más fríos del año, por lo que conviene revisar en profundidad el equipamiento que llevaremos. Es aconsejable elegir una ropa cálida y transpirable, aunque vayamos a efectuar una sesión breve de entrenamiento, incorporando varias capas de prendas más gruesas. Si sudamos mucho durante el esfuerzo, nos podemos quitar una capa y anudarla alrededor de la cintura o guardarla en una mochila.
Los tres elementos que no debemos olvidar con respecto al equipamiento son:
- Proteger las extremidades: los guantes y el gorro son muy recomendables, ya que siempre se pueden quitar en el transcurso de la sesión de entrenamiento o competición.
- Optar por prendas fluorescentes.
- Llevar con nosotros un teléfono móvil y un mínimo de comida. Es importante poder llamar a los servicios de socorro y ser autosuficientes durante unas horas en caso de sufrir una mala caída o de perder las fuerzas.
3. Prudencia, técnica y progresividad
La elección del recorrido del entrenamiento o de la competición también es esencial. Nunca hay que salir solo a la aventura para realizar un largo itinerario la primera vez que corremos de noche. Y tampoco conviene participar en una prueba cronometrada de varias decenas de kilómetros sin haber participado antes en carreras más modestas.
Las tres cuestiones clave llegados a este punto son:
- Ir por pasos, empezando con salidas seguras por recorridos que ya hayamos realizado de día. De este modo, comprobaremos la topografía exacta del terreno, el tipo de suelo y los posibles refugios.
- Asegurarse antes del entrenamiento –en competición, los organizadores se encargan normalmente de informar a los participantes de ello– de cuáles serán las condiciones meteorológicas. Es preferible anular una sesión si se prevén precipitaciones (de lluvia o nieve) importantes. También hay que evitar salir, si no tenemos mucha experiencia, cuando el termómetro caiga por debajo de los cero grados.
- Adoptar una zancada más corta de lo habitual para validar con precisión los puntos de impacto. La mirada debe permanecer centrada en el entorno más inmediato –salvo si corremos por calles en buen estado–, sin por ello dejar de comprobar regularmente que no hay ningún cambio de terreno drástico o inesperado en el horizonte. En suelos resbaladizos o cubiertos de barro es preferible ralentizar la marcha para evitar caídas más o menos serias.
Un último consejo importante es practicar el running nocturno en pequeños grupos. De este modo se le da una dimensión social –e incluso festiva– a las sesiones de entrenamiento y a las competiciones, garantizando al mismo tiempo una mayor seguridad a cada uno de los corredores.
Fuente: http://www.runandwalk.net